La Tierra Media
domingo, 27 de junio de 2010
III. La Visión de los Ainur
viernes, 25 de junio de 2010
II. Los temas de Arda
Llegó el día, cuando todos los Ainur estuvieron preparados, en que Eru los reunió en torno a sí y les propuso entonces un tema para hacer una música magistral. Este tema, hablaba de cosas que no existían, y sin embargo cuando hubo terminado, los Ainur quedaron maravillados de lo bello que era el tema. Eru entonces les dijo que su deseo era ahora que, ya que el tema estaba propuesto, cada uno cantara e hiciera música con sus propios dones para que el tema fuera una música, la más grande música jamás creada. Y los Ainur, de acuerdo, comenzaron cada uno a hacer la música de acuerdo al tema propuesto por Eru, y éste sentado en su trono, los escuchaba complacido. Así fue como comenzó la Música de los Ainur, y cada uno tenía voces como de distintos intrumentos, de cuerda y de viento y percusiones. Y conforme la música comenzó, esta evolucionaba por sí sola, adecuándose a los deseos de sus ejecutores, pero a la vez cambiando de maneras magistrales y bellas.
De pronto, Melkor, el más orgulloso de los Ainur, comenzó a buscar una parte destacada de su papel en la música. Por tanto, comenzó a incluir en su propia música los pensamientos diferentes a los de sus pares que había desarrollado estando sólo en el vacío. Y su música comenzó a hacerse estridente y fuerte, como cañones, imponente y orgullosa, pero discordante con el resto de la armonía. Y entonces, algunos Ainur que estaban alrededor, al escucharlo, comenzaron a hacer su música como la de Melkor, y a hacerla armonizar con la que ahora Melkor estaba descomponiendo. Sin embargo otros de los Ainur, espantados por el poder de la música de Melkor, comenzaron a caer en silencio, y a mirar a Eru expectantes y con miedo, mientras que algunos otros reforzaban su música, que seguía acorde con el tema de Eru, tratando de dominar otra vez la música de Melkor, y sin embargo no podían del todo. Entonces Eru, sonriendo, levantó una de sus manos, y comenzó un nuevo tema, fuerte también, pero no estridente, que contra los cañonazos sonaba como la furia del mar, y la música de Melkor comenzó a acallarse, pero este no se dejó vencer tan fácilmente y renovó su música, más fuerte y poderosa aún, y más orgullosa y llena del propio odio que Melkor iba gestando en su interior. Entonces más Ainur callaron y al ver a Eru, este tenía el rostro serio, y levantó entonces su otra mano. Y comenzó otro tema que nadie al principio percibió, pues era un tema suave, lento, débil, pero que en su pequeñez, cobraba fuerza, y en su debilidad grandeza, y poco a poco el tema de Melkor se veía apocado, vencida su imponencia por la pequeñez. Sin embargo Melkor retomó fuerzas y una vez más su tema continuó, tratando de ahogar el nuevo tema de Eru; entonces todos los Ainur callaron y al voltear a ver a Eru, vieron que su rostro mostraba una furia terrible; y al levantar el Único ambas manos, sonó un profundo acorde, luego del cual todo cayó en silencio. Así terminó la Música de los Ainur.
Eru se dirigió a los Ainur, diciéndoles que efectivamente todos eran poderosos, pero que Melkor era más poderoso que cualquiera, y dirigiéndose a él, le dijo que aun así llegaría el día en que aprendería que incluso su discordancia y su orgullo no terminarían en otra cosa que en la gloria de la obra de Eru, pues de él venía y a él iba todo lo que él hiciera. Melkor, en silencio y humillado, creció más en orgullo y en sus propias ansias de dominio.
(Proximo: La Visión de los Ainur)
I. La creación de los Ainur
En el principio, cuando nada existía, Eru, "el Único" —llamado Ilúvatar por los elfos—, creó a los Ainur, los cantores, cada uno producto de una parte de la mente de Eru. Y a cada uno, Eru le fue enseñando cómo hacer su propia música, pues cada uno entendía sólo la parte de la mente de Eru de la cual provenía. Sin embargo algunos ya estaban unidos entre sí desde el inicio, y así su música siempre armonizaba.
De entre todos los Ainur, había uno que era el más grandioso, el más dotado y el más talentoso: Melkor, el primer Ainu creado por Eru. Melkor era el único de los Ainur que tenía al menos una parte de los talentos que todos los demás Ainur tenían para sí. Sin embargo, Melkor era también el más egoísta, impaciente y orgulloso de todos, y solía salir a los límites de los aposentos de Eru a contemplar el vacío (pues en el principio de los tiempos, aún no existía nada), y éste lo impacientaba, pues pensaba que siendo Eru tan poderoso, ya podría haberse encargado de crear algo que ocupara el vacío. Y así es como empezó a desear la Llama Imperecedera, el poder con el que Eru crea las cosas, para sí mismo, y para entonces él crear cosas de su propio ingenio, y así dominarlas, y ser llamado «creador» y «señor» de ellas. Sin embargo, por más que buscó y buscó, nunca encontró la Llama Imperecedera, pues ciego como estaba a causa de la obsesión por el dominio, no se daba cuenta que la Llama estaba en Eru, y que la Llama era Eru. Por eso a partir de entonces Melkor no fue capaz de crear nada original, y las cosas que él hacía siempre eran perversiones o destrucciones de lo que otros antes hubieran creado.
(Proximo: Los temas de Arda)